16 julio 2007

Cuentacuentos 39: La fábrica de sueños cerró por vacaciones

La fábrica de sueños cerró por vacaciones una tarde de verano.
Era algo inaudito, el hecho de que cerrase sus puertas durante quince días había provocado un gran revuelo.
Los ancianos del lugar no dejaban de mascullar sus quejas, y los "En mis tiempos esto no pasaba" y los "Esto es el fin del mundo" se repetían por todas las esquinas.
Y la verdad es que nadie estaba muy seguro de como iba a acabar aquello. Si la fábrica de sueños no producía... ¿como iban a poder soñar?

Todo había comenzado con la llegada de un extranjero. Había traído unas extrañas ideas sobre sindicatos, horarios, salarios dignos y períodos de vacaciones.
Uno a uno se había ido ganando la confianza y el respeto de los trabajadores, que en todas las fábricas habían exigido la mejora de sus condiciones laborales.
Una a una, las fábricas no habían podido evitar el cambio, las huelgas se sucedían, y los disturbios ponían en peligro la estabilidad económica del país.

En todas las fábricas excepto en una, en la de Sueños. Todo el mundo daba por supuesto que aquella factoría no podía permitirse el lujo de parar la producción, alguien tenía que fabricar los sueños, y si cerraban ¿quien lo haría? No se trataba ya de un problema económico, sino de algo mucho más profundo.

Todos se sabían de memoria las viejas historias de cómo habían sido los años de la gran guerra, cuando la fábrica había sido bombardeada. Nadie soñaba, el mundo se volvía más y más gris, y todos habían estado a punto de ceder al desánimo producido por el combate, incluso los niños, que encontraban la alegría en cualquier rincón habían perdido la ilusión. Y todo había seguido así hasta que al acabar la guerra la fábrica fue reconstruida.
Eso no podía volver a pasar, y menos por las patrañas sindicalistas de un desconocido.

La fábrica aguantó la presión unos meses, pero finalmente las amenazas encubiertas de otros empresarios, hicieron que se tomase la difícil decisión, y una tarde se anunció el cierre por vacaciones.
Durante los primeros días el nerviosismo se palpó en cada rincón del pequeño país. Mañana tras mañana se confirmaron los presagios, la gente no soñaba nada, se pasaban la noche en blanco, y en las calles se empezaron a oír quejas.

Al sexto día, media población estaba convencida de que la fábrica tenía que volver a abrir, necesitaban sueños.

Pero al séptimo, ocurrió algo que nadie esperaba, algunos niños comenzaron a soñar, y en la frontera del país, un desconocido extranjero sonrió y cruzó al siguiente país en su lista.



Ufff, a ver qué tal os parece! más en Cuentacuentos donde no necesitamos una fábrica que nos ayude a soñar.

21 comentarios:

Patri dijo...

Me ha parecido un cuento escelente, como todos los que escribes.

Besotessssssssssss

isinspira dijo...

Es que los niños son como una puerta abierta para los sueños! Entran sin llamar!! Creo yo que los adultos de aquel pequeño país se habían acostumbrado a que los sueños vinieran con las cartas del banco, y no recordaban que los sueños los fabricaban ellos mismos!!
Genial!^^

Anónimo dijo...

y a cuanto pagaran la hora trabajada si uno se queda dormido en la fabrica de sueños, eh?
bonita hostoria, definitovamente es mejor que la mi, no se haga caso a usted misma.

Anónimo dijo...

Hola! me gusto tu historia, que sería de este mundo sin los niños, que nos recuerdan como seguir soñando.

Saludos!!

Anónimo dijo...

Hay cosas que no son de fabricación externa, sino interna. Los sueños vienen de nosotros mismos, con más duende o más troll, con más cotidianeidad o con proyección de futuro. Besos

Anónimo dijo...

Muy bonito! Me ha encantado el ultimo parrafito :)

Por cierto, gracias por tu comentario sobre mi cuento ;)

Un beso

Óscar Sejas dijo...

Últimamente ando tan indeciso que no se que palabras usar para comentarte.

El relato en sí me ha gustado, por lo mucho que transmite, los ideales, los principios...

Espero que la fábrica de sueños no cierre nunca porque sino ¿qué será de nosotros?

Un abrazo

Pedro dijo...

Me ha parecidoun cuento encantador :) No necesitamos una fábrica de sueños, cada cual es su propio soñador. Me ha gustado mucho la idea del extraño que parece un rufián al principio pero que en realidad es un héroe.

Un abrazo,

Pedro.

JT dijo...

Has logrado darle un tono realmente entrañable, me encanta.

Keep on dreaming!

Luz de Luna dijo...

�Muy bonito relato!. �Que ser�a de nosotros sin sue�os?. Siento que te entrara mucha hambre con mi relato...era un experimento. Besitos.

Darka Treake dijo...

Sucios rastreros que velan por nuestros intereses laborales!!
ajajaja

No, la verdad es que hacen falta, pero... las fábricas de sueños no deberían cerrar.
Si los creadores de sueños quieren descansar, que los releven otros creadores de sueños...

Será por falta de soñadores...


1bsito Carabiru!!
Darka.

Anónimo dijo...

El último párrafo (COMO SIEMMMMPRE, jejeje) consigue lo que no logra todo lo anterior: sacarme una sonrisa, una muy grande. Y es que no parece que vaya a tener un final feliz, no parece que las cosas puedan solucionarse, si la fábrica no vuelve a abrir sus puertas al menos...
Pero claro, estos son los cuentos que Carabiru le cuenta al sol y aquí... el final no se lo espera, jamás, ni el mismo astro rey! ;)

Mil besossssss

Anónimo dijo...

Lo fantástico de las ideas, es que andan por el aire. Así, pueden inspirar a más de uno. Como a vos y a Emilio. Lo genial (el final de tu historia lo rubrica),es cómo cada uno le pone su impronta.

Amén de cómo lo has escrito. Me gusta esa especie de final abierto que abre el debate:¿Le dejamos los sueños a Big Brother-por ej.- o nos hacemos cargo de nuestros sueños y de nuestra vida(no sé si he sido claro). No son buenos tiempos, mal que nos pese, para los soñadores. Por eso, quizás, sea tan necesario seguir haciéndolo, para cambiar el mundo.

Cara Carabiru, diría el tano de mi esquina, te dejo un beso desde este sur. Y gracias por ayudarme a saer que las conchas que tocaba mi abuela, eran de vieiras.
Otro beso.

Anónimo dijo...

como en todo buen cuento, son l@s niñ@s l@s que nos salvan. muy lindo y muy proletario. salud!

atenea dijo...

Me ha encantado :) y ese p�rrafo final... si es que somos unos malpensados, mira que creer que el pobre hombre era lo peor de lo peor... jejeje

Un beso y gracias por tu comentario :)

Anónimo dijo...

Fíjate, he comenzado a leer y parecía un relato más de fábrica de sueños de verdad. He seguido leyendo y el tema de las condiciones laborales ha convertido al relato en original y único. Pero ya con el final me has roto, y es que claro ya sé que debería esperarme un final increíble, pues tu destacas por tus finales y tus vueltas de tuerca, pero ahora me ha pillado desprevenido jejeje y sinceramente, ese final le ha dado el toque mágico al relato y ha hecho que me encante!!

Un abrazo!

Klover dijo...

Al final el hombrecillo no era tan malo como lo pintaban y consigio que la gente, primero los ni�os luego imagino que todo el mundo, aprendiera a so�ar sin la necesidad de una f�brica. Quiz� todos hemos caido un poco en la misma idea, mas o menos, pero tu te has sabido defedender bastante bien. Un besito.

Anónimo dijo...

no hariamos nada sin sueños, no podríamos "realizarnos" como personas sin tener ese espacio para cada uno de nosotros. Me ha dado la sensación de: "y el septimo día descansó..." jajaja. me ha encantado todo.

tormenta dijo...

un cuento bastante redondo, te felicito me ha gustado: encantador final,muy bien llevado
un besillo

Pugliesino dijo...

Una muy acertada y tierna crítica al llamado progreso o bienestar,a una sociedad asentada en los avances y derechos tan necesarios sí pero que no deberían convertirse en el único sentido de vida.Soñar no es patrimonio de ningún sindicato ni ley alguna.Al séptimo día liberaron los sueños,ojalá los lunes consigan ser tambien liberados!
Un abrazo!
Espero en adelante no llegar tan tarde!

Anónimo dijo...

buenisima la historia.. pero ya quisiera yo que mi propia fabrica de sueños cerrara unas semanitas asi me daria a mí vacaciones. no leiste la cancion ultima que postié???

sevemos