12 noviembre 2007

Cuentacuentos 48: ¿Qué haces?

- ¿Qué haces?
- Ver porno. ¿Y tú?
- Pensaba en ti...
bueno, en nosotros, en... ya sabes.
- Claro que lo sé, pero bueno, no te imaginas la cantidad de porno que hay aquí, sería un milagro que lograse concentrarme en algo que no fuese... bueno... ya sabes...
- Me imagino, aunque al menos será divertido ¿no?
- Más que lo tuyo seguro, pero aún así... es un poco... hummmm... raro...
- Sí bueno, me gustaría poder echarte una mano...
- Sí... sería una idea cojonuda, el porno no está mal, pero tus manos...
- ¿No te apañas tú solito entonces?
- Mmmmmm es que a mí me tengo muy visto, y esto es taaaaan frío, necesito un poco de... calor... tu calor...
- No me pongas esa vocecilla que estoy en el trabajo, y tú vas a desahogarte pero yo tengo que esperar hasta la cena.
- Mmmmmm entonces... esta noche... de postre...
- ¡Sí, por favor! Hoy se acaba la tortura...
- Mmmmm bien, te echo tanto de menos, no se como hemos logrado hacerlo... me imagino tu piel bajo la mía... tus gemidos... tu cuerpo arqueándose junto al mío...
- ¡Dios! ¡Para! ¡No me hagas esto!
- ¡Bien! Creo que eso es lo que me hacía falta para acabar de motivarme...
- Bueno... te dejo a lo tuyo, entonces...
- Mmmmm vale, vale...
- ¿Lorenzo?... Te quiero...
- Si no te quisiese sabes que no pasaría por esto, ¿verdad?...
- Sí.

...

- ¿Señorita?
- ¿El señor Pérez?
- Sí, ese soy yo.
- Bien, deje su muestra en la bandeja. En unos días estarán sus resultados y los de su esposa, en cuanto los tengamos les llamaremos para concertar la cita.
- Gracias.

...

- Buenos días, Clínica de Fertilidad, ¿qué desea?




Mucho más, y seguramente mejor en: Cuentacuentos

04 noviembre 2007

Cuentacuentos 47: Una mancha de vino en el mantel


Una mancha de vino en el mantel.
Dos copas encima de la mesa, en una de ellas hay marcas de carmín que ensucian su fino borde.
Dos velas parpadean en sus candelabros de cristal.
Apoyados en dos platos, donde todavía hay restos de nata y fresas, los cubiertos de plata emiten suaves destellos.

...

En el respaldo de una de las dos sillas cuelga un suave fular de seda roja hasta casi tocar la alfombra.
Al lado de la mesa, en una cubitera de diseño, una botella de champán descorchada y casi vacía.

...

Un rectángulo de luz alargado ilumina la alfombra.
En el camino marcado por la luz caído hay un zapato de charol negro y tacón interminable; a dos pasos su pareja.
Una corbata azul descansa hecha un ovillo muy cerca de una camisa blanca.

...

Unos débiles gemidos flotan en el aire, acompañados de un rítmico sonido metálico.

...

En el umbral de la puerta entreabierta, formando un círculo de pliegues, un vestido de seda negro.

...

Dentro de la habitación, encima de la mesita se alcanzan a ver dos copas alargadas; líneas de burbujas surcan el dorado líquido.

...

Las sábanas blancas están revueltas, y hay una maleta abierta encima del colchón.
Un hombre rebusca en el armario y tira de cualquier modo cosas dentro de la maleta.
Su cara está crispada, en su pecho desnudo hay manchas de sangre roja y fresca.

...

A los pies de la cama, una mujer pelirroja está tendida en una postura extraña.
Un charco de sangre a su alrededor se confunde con su pelo.
Sus ojos se mueven lentamente mientras intenta, en vano, gritar.