Puedes pensar que va a ser un día normal, y sin embargo con el transcurrir de las horas, yo te quitaré la razón, te demostraré que no hay días normales.
Piensa en tu día, en lo que has hecho hoy.
Te has despertado y no has caído en la cuenta de que hoy empieza el otoño. ¿Ves? Un pequeño detalle que lo hace diferente del rutinario día de ayer.
Aunque tienes razón, que hoy haya cambiado la estación no tiene por qué ser tan importante, o quizá sí, nunca cometas el error de despreciar las cosas que te parezcan poco relevantes, porque a veces son justamente esas las que más importan.
Luego te has duchado, y tus ojos no han sabido ver el juego de las gotas deslizándose por la mampara, has desayunado sin saborear realmente lo deliciosas que estaban las tostadas y como cada día, has ido a trabajar.
En el metro, perdido en tu rutina, no has visto como una pareja de jubilados, ambos de pelo blanquísimo, se miraban a los ojos con la misma expresión de amor con la que lo hicieron el día de su boda.
Al salir del vagón, no te has dado cuenta de que como casi cada día, una chica preciosa se tropezaba "accidentalmente" contigo, y ¿sabes qué? ella podría haber cambiado tu vida.
Caminando hacia el trabajo ni te has fijado en el chico que en medio de la calle se arrodillaba y le pedía a su novia que se casase con él.
Has pasado por esa cafetería sin mirar hacia adentro, y por eso no has visto a aquel amigo de la facultad del que hace tanto que no sabes, una pena, tu vida habría cambiado de haber entrado a saludarle.
Te has perdido la mirada de gratitud de ese vagabundo de la esquina, cuando la florista de enfrente le ha llevado café caliente.
Y por supuesto no has visto a dos pajarillos levantando el vuelo a tu paso.
Antes de entrar en este edificio no has hecho caso a esos niños que te gritaban que les pasases el balón, y aunque no te lo creas, ellos podrían haber cambiado tu vida.
Si lo piensas bien, la vida rutinaria de la que te quejas, sólo lo es porque no sabes mirar a tu alrededor en busca de los pequeños milagros de cada día.
Es una pena tener que demostrarte que cuando menos te lo esperas, te has quedado sin tiempo para disfrutar de todas esas cosas.
Si te hubieses parado a hablar con la chica del metro, no estarías aquí, la habrías invitado a un café, y habrías llegado tarde a la oficina.
Si hubieses entrado a saludar a tu amigo, habrías sabido que busca trabajo, y le habrías acompañado a la oficina de recursos humanos de tu empresa.
Si hubieses pasado el balón a esos niños, la recepcionista se habría fijado, y te habría hecho algún comentario divertido y no habrías llegado a tiempo al ascensor.
Cualquiera de esas tres cosas habría cambiado tu vida.
El marido de aquella mujer que fue asesinada el primer día del otoño del año pasado, no se habría encontrado con el abogado defensor del asesino.
Y no te habría podido pegar un tiro antes de suicidarse.
Me da pena saber que todas esas cosas habrían podido salvarte y no haber podido hacer nada, porque al fin y al cabo yo solo observo, sois vosotros los que decidís vuestro destino.
(Gracias JT!!!!!!!)